Ya seas principiante o un experimentado corredor, seguro que
has experimentado alguna vez la desagradable sensación que provocan las
agujetas. Yo recientemente. Después de correr el maratón de Sevilla y tras unos
merecidos días de descanso me dispuse a salir a entrenar. Las sensaciones malísimas. Fueron apenas veinte minutos a un ritmo suave, pero acabé con
dolores en todos los lados. Al día siguiente aparecieron las tan temidas
agujetas. La verdad es que no suelo tenerlas muy a menudo. Tengo el recuerdo de
sufrirlas durante mi etapa escolar, cuando llevaba una vida más sedentaria y de
vez en cuando nos metían un poco de caña en Gimnasia.
Para los que no lo hayan comprobado en sus carnes, se
experimenta una experiencia desagradable, como si miles de agujas se clavasen
en nuestros músculos. Todo esto se produce al día siguiente o a los dos después
de un ejercicio muy intenso. Yo más bien diría que vienen originadas por
actividades que no estamos acostumbradas a realizar.
Aún hoy no hay una teoría definida que explique los motivos
por los que aparezcan las agujetas. Solo es sabe que generan un dolor ante las
contracciones musculares y estímulos de presión, que se acentúan a los dos días
y que no existe un remedio concreto para combatirlas.
No vamos a entrar a valorar si produce por la rotura de
cristales de ácido láctico o si es por la realización de ejercicios
excéntricos. Algunos justifican la aparición de las agujetas por un exceso de
láctico liberado durante la práctica y cristalizado tras el entrenamientos.
Otros estudios recientes lo atribuyen a un sobreesfuerzo de la musculatura que
provoca microroturas de las fibras musculares que acaban por inflamarlas. El
dolor final se debe a que la fibra es muy débil y no soporta ese nivel de
esfuerzo.
Por lo general las agujetas aparecen en aquellas personas
que comienzan a practicar un deporte sin estar lo suficientemente preparados.
Si estamos acostumbrados a correr cincuenta kilómetros a la semana y un día nos
estrenamos jugando al padel o al tenis seguro que al día siguiente tendremos
dolores porque activaremos músculos que por lo general no empleamos a la hora
de correr. También es común que hagan acto de presencia cuando pasamos de una
actividad suave a otra más intensa o después de realizar una con mucha
intensidad como puede ser un maratón o una carrera de fondo.
Siempre he escuchado que lo mejor para quitarlas era
haciendo más ejercicio, aunque en un estado muy agudo aconsejan descansar y
dejar el ejercicio para otro día.
No hay ninguna pócima mágica que acabe con ellas, pero os
podemos proponer una serie de medidas para aliviar el dolor, como los
estiramientos suaves, masaje suave y baños calientes con esencia de romero o
árnica. Otros recomiendan aplicar frío en la zona afectada o meterse en una
bañera con hielos. De esta manera la inflamación se reducirá.
Siempre hemos escuchado como nuestras madres nos
recomendaban tomar agua con limón y azúcar o bicarbonato para acabar con el
dolor, pero no es más que una leyenda urbana. Esto solo consigue que noshidratemos más, pero ni evitan las molestias ni las reducen.
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